La magia de los Reyes y el corazón de un niño.

La magia de los Reyes y el corazón de un niño.

 

La víspera de Reyes Magos tiene un encanto único: una noche cargada de ilusión donde los sueños infantiles parecen tocar el cielo. Para muchos niños, es el momento de expresar sus deseos más profundos en una carta destinada a los mágicos Melchor, Gaspar y Baltasar. Sin embargo, a veces, esas cartas revelan algo más que el simple anhelo por juguetes; nos muestran la pureza y sensibilidad de un corazón que solo busca la felicidad en las cosas más esenciales.

Diego, un niño de ocho años, vive en una realidad que comparten muchos pequeños: la separación de sus padres. Pero lejos de apagar su espíritu, esta experiencia le ha enseñado a valorar las cosas que realmente importan. Sentado en la mesa del comedor, con su cuaderno y un lápiz de colores, escribió con esmero su carta a los Reyes Magos.

Al principio, como cualquier niño, Diego enumeró los regalos que deseaba: «Queridos Reyes Magos, este año me porté bien. Ayudé a mi mamá con las tareas de la casa y compartí mis juguetes con mis amigos. Si pueden, me gustaría un balón de fútbol, un libro de dinosaurios y un coche teledirigido.»

Pero al llegar al final, Diego hizo una pausa. Tras unos segundos de reflexión, añadió con letra más grande y clara: «Aunque, si no pueden traer todo eso, no importa. Lo que de verdad quiero es que este año mi mamá y mi papá puedan estar juntos conmigo, aunque sea un ratito. Eso me haría más feliz que cualquier regalo.»

La madrugada del 6 de enero, como millones de niños, Diego despertó lleno de emoción. Al acercarse a sus zapatos, no encontró los juguetes que había pedido, pero sí algo mucho más especial. En el comedor, su mamá y su papá estaban juntos, esperándolo con una sonrisa sincera y abrazos cálidos. Habían decidido dejar atrás sus diferencias, aunque fuera por un día, para cumplir el deseo más puro de su hijo: compartir juntos el Día de Reyes.

Ese día, Diego no solo recibió el regalo de la unión de sus padres, sino que también se convirtió en una especie de símbolo para muchos. Diego es el niño que representa a todos los hijos de padres separados que sueñan, aunque sea en secreto, con una familia unida. Su carta nos recuerda que, a veces, los deseos más sencillos son los que tienen el poder de transformar corazones y unir lo que parecía irreconciliable.

El Día de Reyes nos deja, una vez más, una valiosa lección: la inocencia de un niño tiene el poder de recordarnos lo que realmente importa en la vida. La magia de esta fecha no está en los regalos, sino en el amor y la unión que los niños, como Diego, nos inspiran a redescubrir.

 

Juan Carlos López Medina

Mediador Familiar

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